Así estamos: La mayor parte de las empresas agrícolas brasileñas este año perderán dinero con la soja

La mayor parte de las empresas agrícolas brasileñas penderán dinero en la presente campaña 2023/24 con el cultivo de soja a causa de la caída del precio de la oleaginosa y cosechas menores a las esperadas por desastres climáticos.

Así lo indica un estudio realizado por el Centro de Estudios Avanzados en Economía Aplicada (Cepea) de la Esalq/USP en colaboración con la Confederación de Agricultura y Ganadería de Brasil (CNA).

El modelo considerado en la localidad de Sorriso, Mato Grosso (la “zona núcleo” sojera brasileña), arroja una margen bruto de -370 reales por hectárea (unos 73 u$s/ha) y un margen neto (considerando depreciaciones y costo de oportunidad de la tierra y el capital) superior a los 2000 R$/ha.

Si bien los costos directos bajaron bastante en 2023/24 respecto de la campaña anterior, los mismos siguen siendo demasiado elevados para los precios de venta vigente de la soja y las productividades logradas.

En la localidad de Rio Verde, Goiás, donde el negocio de la soja generó rentabilidades enormes entre 2019/20 y 2021/22 y en la campaña pasada quedó virtualmente “empatado”, ahora deberá afrontar pérdidas importantes al considerar la estructura de costos integral de la actividad. Una situación.

En tanto, en el sur del país, con la localidad de Cascavel (Paraná) como referencia, el modelo arroja un margen bruto positivo de 400 R$/ha, pero una pérdida del orden de 4000 R$/ha al considerar todos los costos (que es lo que corresponde para poder evaluar de manera correcta la asignación de capital con otras empresas y actividades económicas).

“Este contexto genera alarma en el sector, ya que podría generar dificultades para pagar las inversiones. Es posible que los productores de soja necesiten renegociar deudas o incluso vender maquinaria”, indica el informe de Cepea.

Lo ocurrido en la presente campaña es una señal que indica que la actual estructura de costos, especialmente en los referido al precio de los agroinsumos, no se corresponde con el nivel de precios agrícolas y el riesgo productivo presente en el sector.

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